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jueves, 2 de mayo de 2013

Literatura y Periodismo en el siglo XXI, Félix Rebollo Sánchez




Mercantilización de la crítica literaria en prensa

En un primer lugar, estoy de acuerdo con una de las primeras ideas que se presentan en el capítulo: el periodismo está al servicio de los intereses de las empresas. Lo que ahora interesa es llegar al máximo público posible para conseguir mayores ingresos. Es por eso por lo que en parte, los contenidos de la prensa se han ido deteriorando al querer buscar más al lector comercial que al lector literario. Si se incluye la crítica literaria dentro de este tipo de prensa, por extensión también tendría que estar mercantilizada.

Pero para comprender esta situación de nuevo hay que remontarse a décadas anteriores. Durante el franquismo no se permitía la crítica en ningún lugar, y menos aún en la prensa. Ésta era utilizada con fines propagandísticos del régimen. Se podría decir que esa represión de la crítica dio como resultado que la crítica en la prensa esté tan deteriorada en la actualidad. No obstante, la crítica se fue abriendo espacio en el teatro y en el ámbito de los libros. A pesar de ello, se realizaban con muchas restricciones por miedo a las repercusiones, por lo que se extrañaba una crítica “sincera”. Al someterse en este contexto a las doctrinas del régimen, se puede hablar ya de una mercantilización de ella, ya que se guiaba por esos intereses y no por los propios del escritor. 

Por otro lado, no estoy de acuerdo con la idea que se da en el texto que alude a los años 60, en donde se expone que “La razón, no el sentimiento, rige el proceso de creación artística”. Lo artístico es sentimiento, es creación subjetiva. ¿Cómo guiarse sólo por la razón para escribir una crítica? Hacen falta unos sentimientos de descontento o agrado para poder exponer unos argumentos razonados.

A su vez, me gusta la idea de que el crítico tiene que saber y conocer el tema del que habla; debe entender un texto y explicarlo para que el lector pueda reflexionar sobre él. El crítico debe despertar una actitud crítica por parte del lector. Sometiéndose a los intereses del mercado no realiza esta función. Si sólo busca llegar al máximo de lectores, su creación quedará incompleta porque no ha realizado el fin para la que fue creada. El crítico debe despertar nuestras mentes, no basta con decir “pues sí, tiene razón en lo que dice”; es muy fácil someterse a las ideas que nos venden los periódicos.

Para ir finalizando, no creo que se le pueda exigir al crítico objetividad. La labor del crítico es dar su opinión sobre una novela, por ejemplo. Deberá saber de lo que habla, como ya he dicho anteriormente; podrá tener más o menos relevancia en quienes lo lean, pero si se pide objetividad al crítico estará haciendo una reseña del libro, no una crítica.

Por último, coincido en la idea de que el periodista está sometido a los intereses editoriales. ¿Podría haber un pacto entre el crítico literario y la editorial para vender más o menos ejemplares, dependiendo de lo que escriba el primero? Esto sería ser un poco retorcido, pero no es tan disparatado de creer. Estaríamos aquí hablando de publicidad, no ya de crítica. Pero volviendo a la idea del principio, lo que se busca ahora es llegar al lector consumista, así que, ¿por qué no realizar propaganda –ya sea de un libro o unas ideas- a través de la crítica? En definitiva, es lo que se da en la actualidad, y personalmente echo de menos la creatividad característica de este género.

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