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jueves, 2 de mayo de 2013

El Candor del padre Brown, Chesterton


El candor del padre Brown fue escrito por Gilbert Keith Chesterton. Su título original fue  The Innocence of Father Brown. Su año de edición original fue 1911, posteriormente la nueva edición está fechada en 1990. Tiene 285 páginas. 

Chesterton pertenece a esa estirpe de narradores ingleses cuyo gusto se decanta por el misterio. En la obra desarrolla a ese personaje maravilloso que es el padre Brown, protagonista de muchas de sus cuentos cortos. El padre Brown es un curita bajo e insignificante en el que pocos reparan. Sin embargo, termina resolviendo los misterios a los que se enfrenta con implacable lógica. Maestro de la ironía y del juego de la paradoja lógica como motor de la narración, polígrafo, excéntrico, orfebre de sentencias de deslumbrante precisión, más de cien volúmenes donde aparecen todos los géneros de la prosa. 

Gilbert Keith Chesterton nació en Campden Hill, 1874 y murió en Londres, 1936. Es un crítico, novelista y poeta inglés, cuya obra de ficción lo califica entre los narradores más brillantes e ingeniosos de la literatura de su lengua. Estudió en la prestigiosa St. Paul School y luego a la Slade School of Art; poco después de graduarse se dedicó por completo al periodismo y llegó incluso a editar su propio semanario, G.Ks Weekly. Desde joven se sintió atraído por el catolicismo, y en 1922 abandonó el protestantismo en una ceremonia oficiada por su amigo el padre O´Connor, modelo de su detective Brown, un cura católico inventado años antes. Además de poesía (El caballero salvaje, 1900) y excelentes y agudos estudios literarios (Robert Browning, Dickens o Bernard Shaw, entre 1903 y 1909), este conservador se dedicó a la narrativa detectivesca, con El hombre que fue Jueves, una de sus obras maestras, aparecida en 1908. Chesterton inventó una suerte de nostalgia católica anglosajona que celebraba la época medieval y la vida feudal. 

El padre Brown es cura que se ve ejerciendo la profesión de detective, cuando un  famoso delincuente internacional le roba un bello objeto de plata y piedra preciosas. El cura le sigue y acompaña sin violencia pero de manera constante.  Existe un detective de policía que si que realiza una labor profesional para intentar capturar al ladrón pero es el Padre Brown quien ayuda finalmente a capturarlo. La obra está compuesta por doce relatos distintos con la que dio a conocer al mundo a su personaje Gilbert K. Chesterton. A partir de aquí, el resto de los cuentos son una continuación en el tiempo de las andanzas del cura, del delincuente Flambeau y del jefe de la policía de París, conocido como “el gran Valentín”.

Lo más interesante no son los relatos en sí, sino ver el comportamiento del padre Brown, como se interesa por denunciar el crimen, pero salvar al criminal, como cobran importancia los pequeños detalles, a los que nadie presta atención a excepción del pequeño cura. De hecho Chesterton se inspira en un personaje que para nada es el prototipo de valentía y grandeza, un ser insignificante y algo ignorante que demuestra estar mas cerca de la verdad que ninguno. También evolucionan el delincuente y el policía, de tal manera que, a fuerza de convivir unos con otros, la línea que marca la diferencia entre el bien y el mal, no está demasiado definida. El delincuente puede llegar a redimirse y ser el mejor aliado de la justicia y el detective de policía, puede llegar a confundir el sentido de la justicia y aplicarla de manera cambiante.

Son relatos sencillos, que se leen bien y resultan entretenidos. También al final del libro se nos ofrece un apéndice que nos explica la época en que vivió el autor, una pequeña reseña biográfica y una valoración de la obra de Chesterton. Se trata nuevamente una colección de relatos policíacos pero todos están protagonizados por el padre Brown. Todos tienen una extensión de entre 18 y 26 páginas. En su aventura le acompaña Flambeau, un ladrón de guante blanco que ha puesto en jaque a la policía de media Europa y que acaba siendo el mejor amigo del tranquilo y candoroso padre Brown.

Una de sus frases más célebres dice así: “cuando el hombre deja de creer en Dios, empieza a creer en cualquier cosa”. La originalidad de los relatos del padre Brown es que estamos ante un investigador  pero que además ahonda en lo más interior del ser humano. La primera de todas se llama "La cruz azul" y en ella aparece también por vez primera el personaje deFlambeau, el gigantesco francés. En esta primera y entrañable historia, la narración se centra al principio en el superpolicía Aristide Valentin, que llega a Inglaterra. La siguiente aventura se llama "El jardín secreto"  y en ella encontramos el primer cadáver al que tendrá que enfrentarse el Padre Brown, la misteriosa muerte del sr. Brayne. La tercera narración, "Las pisadas misteriosas" explica el hecho extraño y singularísimo de que los miembros del club acudan vestidos con un traje verde. En realidad esconde una crítica sobre los convencionalismos sociales.  

La cuarta historia, titulada "Las estrellas errantes", es una de las más bellas y supone la definitiva conversión de Flambeau, de su estado de ladrón y criminal hacia el lado del bien. El quinto relato, "El hombre invisible", existen en la sociedad hombres y mujeres 'invisibles': están ahí, pero no los vemos. Esa es la base de esta encantadora y terrible historia. El sexto cuento lleva por título "La honradez de Israel Gow”, conjuga un ambiente de misterio y casi de novela de terror con la historia de un hombre extremadamente honrado. 

El séptimo relato es "La forma equívoca", en esta ocasión encontramos a los dos detectives aficionados en la casa del estrafalario poeta y novelista Leonard Quinton, quien aparece asesinado en su habitación. En la octava historia, "Los pecados del príncipe Saradine", Flambeau y al Padre Brown llegan a la Casa Roja, en Norfolk, que es donde reside el príncipe Saradine, ha invitado a Flambeau. En la novena narración, "El martillo de Dios", encontramos al bueno del Padre Brown donde el coronel Norman Bohun aparece asesinado. Todos sospechan de Barnes y  John. El Padre Brown logra demostrar que ni uno ni otro pudieron cometer el crimen.

En la décima aventura, titulada "El ojo de Apolo", el sacerdote visita las oficinas que Flambeau posee en Westminster. La joven Pauline Stacey aparece muerta en el hueco del ascensor. La undécima narración, "La muestra de la espada rota", es una de las obras maestras no ya solo de esta colección de cuentos sino de toda la narrativa chestertoniana. La narración duodécima, "Los tres instrumentos de la muerte", que cierra el volumen y pone el broche de oro a la colección de cuentos, plantea un singular enigma. Nadie se explica cómo o por qué alguien ha podido asesinar a un viejecito tan adorable, a un hombre tan alegre y encantador. Nadie se lo explica, excepto el Padre Brown, que descubre la verdad sobre Sir Aaron y sobre su familia, desvelando que aquellos en ciertas ocasiones quienes más parecen afanarse en el bien común ocultan una doble personalidad.   

El final del cuento representa una alegoría en que el sacerdote es Cristo entre los dos ladrones: el buen ladrón (Flambeau) y el mal ladrón (Valentin). Un gran relato, lleno de suave humorismo y belleza literaria. Ese curita que prefiere salvar el alma del criminal antes que juzgarle, condenarle y mandarle a la cárcel.

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